miércoles, 26 de noviembre de 2014

IMPRESIONES DE LA BEHOBIA

Lo cierto es que no tengo perdón por la acuciante dejadez de este blog, pero en mi defensa he de decir que no me ha sobrado el tiempo entre el catarro post-Behobia y la reforma del piso de Barbastro. Y si me ha sobrado algún rato lo he dedicado a descansar, que también hace falta.
 
Ya que he dejado pasar un tiempo excesivo voy a resumir lo que fue el fin de semana de San Sebastián, pero haré hincapié en lo que más me gustó de todo el fin de semana, a parte de los chuletones, claro.
El viernes día 7 partimos cinco amigos hacia la capital Guipuzcoana. Héctor, Lacoma, Lemus, Morcate  y un servidor éramos los integrantes de la expedición. Tras un viaje sin incidentes llegamos al centro de la ciudad, del cual nos costó salir un par de vueltas por ahí hasta que encontramos la calle de nuestro alojamiento. Una calle sin posibilidad de aparcar, estrecha y revirada que parecía la calle de un pequeño pueblo.
Como está mandado, dejamos las cosas echando leches en el apartamento y nos fuimos a cenar de tapas y pinchos. Por supuesto, como somos muy responsables y el domingo teníamos una carrera, cenamos lo justo, apenas probamos el Txakolí y nos fuimos pronto a dormir. Y como nadie más sabe lo que pasó pues os lo tenéis que creer.
Al día siguiente, frescos como una rosa, nos enfrentamos a la misión de seguir probando los manjares que nos ofrecían por tierras vascas, y no podía ser de otra manera que comiendo en una de sus típicas sidrerías. Qué decir de la tortilla, del bacalao y del chuletón, que son uno de los pequeños placeres de la vida.
A última hora del sábado fuimos a por los dorsales y a ver toda la parafernalia montada en torno a la carrera, cosa que sirvió para cambiar el chip mental y pensar de lleno en la carrera, con el consiguiente canguelo para los que no habíamos hecho los deberes. Me quedo con el velódromo de Anoeta, donde estaba la feria del corredor, y es que aunque no he estado en muchos velódromos siempre se respira algo especial en ellos y este, aparte de grande, está muy chulo.
El domingo nos levantamos con tiempo suficiente para que no nos pillara el toro y evitar el tener que estar mirando el reloj porque no llegamos a tiempo. Hay que contar con un desplazamiento en un tren lleno hasta la bandera y con sortear la propia carrera a través de las calles de Behobia, sin contar que éramos 30000 personas sólo para correr. Pero te das cuenta de que todo eso merece la pena justo en el momento en el que llegas a la salida y ves salir a uno de los cajones: muchísima gente, música cañera a todo trapo, el espiquer animando al personal, la gente saltando con la música, la cuenta atrás y... ¡bocinazo!, y todos a correr como locos. No sabía si iba a poder terminarla en condiciones, pero desde luego que la iba a hacer con muchísimas ganas. Aquello era un auténtico festival y estaba ansioso por empezar a correr y sacudirme los nervios. Nosotros salimos 11:30, en el último cajón, media hora después de que llegaran los primeros clasificados a San Sebastián.
Resumiré mi carrera diciendo que me respetaron las piernas y que supe encontrar el ritmo para poder llegar sin apenas paradas, para resaltar lo que más me emocionó de todo el fin de semana: la gente animando volcada totalmente con la carrera. Me lo habían avisado y redicho, que lo de la gente era espectacular, pero hay que vivirlo desde dentro. Gente de todas las edades aplaudiendo, chavales que te extendían la palma de la mano para chocarla contigo y muchos que gritaban tu nombre del dorsal para hacer que te vinieras arriba, y pobre de ti como te vieran mala cara o te pararas a caminar, entonces te convertías en el foco de todos los ánimos. Yo pensaba que esto sólo pasaría en los núcleos urbanos, pero es que entre pueblo y pueblo, e incluso en los tramos de autovía, había gente animando, desde el primero al último. Algunos son fijos que montan su tenderete con la música a todo volumen todos los años, a otros les pilla por sorpresa ese tinglado pero también animan, desde algunas casas a lo lejos también se oyen gritos e incluso alguno te ofrece beber de su bota de vino. Sencillamente espectacular. Como la llegada en San Sebastían, donde los gritos se multiplicaron por la cantidad de gente, casi ensordecedor. En ese momento estaba alucinado. Mi tiempo en meta fue de 2h 08'.
Como he dicho, quería resaltar el esfuerzo del público en hacer de esta prueba una prueba muy especial y agradecérselo de veras. Gracias a ellos.




lunes, 3 de noviembre de 2014

LA SUERTE ESTÁ ECHADA

Cuando hace meses me apunté a la media maratón Behobia - San Sebastián, lo hice con la idea de que al ser en noviembre tendría tiempo de sobras para prepararla después de mis andaduras ciclistas. En realidad tiempo he tenido de sobras, pero motivación no. Todos los años me pasa, aunque parezca que debería ser lo contrario, que durante los meses de verano reduzco mis actividades deportivas y este año no ha sido una excepción, por lo que directamente no me planteé salir a caminar-correr hasta septiembre. Grave error, no fue hasta primeros de octubre que pude empezar a correr una determinada distancia del tirón, es decir, he tenido un mes de adaptación al esfuerzo de correr y otro mes para sumar los kilómetros necesarios. Algo imposible a todas luces, por lo que me presento a la carrera con unos 70 km entrenados (la carrera son 21) y la salida más larga de unos 11 km. Gran cagada por mi parte. Lo único que me consuela, y por eso no lo he dejado estar, es el buen fin de semana que vamos a pasar en San Sebastián con los colegas. Por mi parte espero poder hacer de la media maratón un caminar-correr para poder acabarla y desear que no llueva mucho.