domingo, 29 de mayo de 2016

PUERTOS DE LA RIBAGORZA 2016

Una vez más llegó la cita ciclista de Graus de finales de mayo. Para muchos de nosotros es una cita fija en el calendario siempre que se puede, porque está cerca, porque es bonita, porque tiene muy buenos avituallamientos y por los voluntarios, siempre gracias. Este año no tenía ninguna intención de apuntarme porque no tenía fiesta ese fin de semana, pero poco a poco se fueron apuntando todos los Tuercepedales y claro, uno que es débil no pudo resistirse y acabó sucumbiendo a la tentación. La compatibilidad con el horario laboral en sí no era un problema, porque trabajaba de noches, el problema erradicaba en las horas de descanso, las cuales coincidían plenamente con la carrera, la solución, una vez más, consistió en suprimir todo descanso para trabajar, participar en la carrera, dormir 5 horas, trabajar otra vez et voila, problema de agenda resuelto. Esto me pasará factura seguro.
Este año se estrenaba recorrido nuevo y para muchos de nosotros ha sido todo un acierto. Los habituales del recorrido largo de otros años ya conocían el terreno, pues se pasa por la misma carretera pero en sentido inverso, pero eso causaba que los participantes en la distancia corta se perdiesen lo más bonito de la marcha.
Ahora todos podemos disfrutar de la espectacular carretera del congosto de Ventamillo, de la preciosa subida del col de Fadas con vistas a las montañas, del también bonito puerto de Bonansa y de muchas cosas más. Además, gracias a las lluvias de la primavera este año había una vegetación impresionante. Para mí toda una gozada.
El trabucazo de salida, también cambiada de ubicación y puesta en la calle principal de Graus, nos puso a todos en modo patinete hasta llevar unos metros suficientes para que se alargase todo el pelotón. El comienzo en dirección Benasque es un comienzo en falso llano para poder coger un grupo y poder calentar, pero como siempre pasa en estos saraos se empieza más deprisa de lo que me gustaría, aunque en ningún momento nos pasamos en cuanto a velocidad. De vez en cuando se intercala un pequeño repecho que te incomoda y es que de alguna manera hay que ganar la diferencia de altitud entre Graus y Castejón de Sos. En Campo empieza uno de los tramos más bonitos de la marcha y siempre es especial poder hacerlo en bici. Es el congosto de Ventamillo, y aunque creo que éste no comienza en Campo si no en Seira, el tramo de Campo es igualmente muy bonito. De normal, por su estrechez y cantidad de tráfico está vetado para muchos de nosotros. Es una imponente garganta abierta por donde discurren el Ésera y la carretera. Justo a la salida de este tramo nos encontramos con la nota desagradable del día, la peor noticia que se puede dar en cualquier situación, la muerte en carrera del exciclista profesional David Cañada a causa de un desafortunado accidente. En realidad de esto nos enteramos un rato más tarde, desde nuestra posición en el pelotón sólo pudimos sospechar que algo había pasado en ese punto. D.E.P.
En Castejón de Sos comenzaba el col de Fadas (9 km al 7'5%), puerto que comienza a ser serio pero que es muy bonito y con el firme en muy buen estado. Como ya llevábamos casi dos horas pedaleando, nos faltaba otra para llegar al avituallamiento y el desayuno estaba ya a saber dónde, Héctor y yo decidimos parar a echar un piscolabis en un bar del pueblo. Un café con leche y una napolitana rápida fueron más que suficientes para llenarnos de moral para la ascensión. En mi opinión el avituallamiento debería estar abajo, antes de comenzar el puerto, si no se puede hacer excesivamente largo, pero igual es que soy demasiado tripero. En la subida decidimos con Héctor forzar un poco para ver si podíamos coger a nuestros compañeros de ruta y por una vez fuimos nosotros los que íbamos adelantando a los demás y no al revés. Estoy contento porque hasta hoy ni me planteaba forzar durante 9 km en una subida. Una vez en Laspaúles, ahora sí, el avituallamiento. La bajada se hace de rogar, pues no empieza hasta pasados unos kilómetros después de Laspaúles. Esta vertiente también nos ofrece una vistas muy bonitas y con un impecable asfalto. En un santiamén estábamos en el desvío hacia Bonansa, donde comienza el puerto del mismo nombre. Esta vertiente me gusta mucho más que la del otro lado. Es más puerto, por el otro lado se sube poco a poco hasta que a falta de un par de kilómetros se empina la carretera y concentra toda su dureza al final. Bonansa Es un puerto duro, con una pendiente media del 8% y 6 km de longitud en donde pagué los excesos del col de Fadas. En esos momentos me acompañaba Carlos, de siempre compañero de fatigas en esta marcha y muchas otras y gracias al apoyo psicológico coronamos la última dificultad montañosa del día sin venirnos abajo. Yo estaba realmente cansado, tocaba avituallarse de nuevo y rezar para que el aire fuera benévolo con nosotros. Nos faltaban 50 km favorables hasta Graus a través del valle del río Isábena, pero el aire jugó un papel importante en ese tramo, lo que tendría que haber sido un placentero paseo hasta Graus se tornó en una pelea contra Eolo. No era un aire desmesurado, pero con lo justas que iban mis piernas me costó mucho más de lo que me había imaginado. Comenzamos la bajada todos los Tuercepedales juntos formando un interesante grupo para afrontar los últimos 50 km e hicimos algunos relevos para engañar al aire, pero mis piernas iban muy limitadas y terminé por quedarme en uno de esos pequeños repechos con los que no cuentas al principio de la jornada pero que luego se te hacen eternos. Muy cansado crucé la meta de Graus a eso de las 14:30. 


Una vez más gracias a Héctor por sacar algunas fotos, yo ni me acordé en todo el día.




 Tuercepedales en la salida
 Col de Fadas
 Col de Fadas
 Congosto de Ventamillo

Congosto de Ventamillo



NAVAL - HUESCA - NAVAL

Otra nueva salida larga en el intenso mes de mayo. Como aún me dolían un poco las piernas de la ruta anterior me lancé a la conquista de la Hoya de Huesca por la ausencia de puertos. Aprovechando que mis padres tenían que hacer unas cosas en su capital quedamos a comer allí. Yo acudí en bici, claro. Como la anterior salida me había dejado un poco tocado esta ruta intenté que fuese un poco más suave en cuanto a desnivel, aunque la N-240 no es precisamente llana. La gracia estuvo en que ya en la piscifactoría de El Grado empecé a notar un ligero aire en contra que tuve que soportar hasta Huesca, unos 65 km. Por suerte después de comer seguía soplando en la misma dirección y pude gozar mucho más.

Finalmente salieron 165 km en poco más de 7 horas y nada menos que 2056 m de desnivel. Siempre me parece poco pensando en la Luchon - Bayona, pero puedo asegurar que es más de lo que un currante normal puede soportar. No haré muchas más de estas, me daré por satisfecho hasta donde llegue.







jueves, 26 de mayo de 2016

NAVAL - ALTO DEL PINO - LAS BELLOSTAS - SERRABLO - AÍNSA - NAVAL - BARBASTRO - NAVAL

Una vez más ha llegado mayo y una vez más he llegado corto de entrenamientos de cara la Luchón - Bayona, qué le vamos a hacer, es mi destino. Ahora toca encajar unas buenas sesiones de fondo en los escasos días libres que me quedan de aquí a finales de junio, el problema es que sólo dispongo de un día de fiesta entre turno y turno y lo empleo en  pedalear durante todo el día, así que de descanso no ando muy sobrado. Pero dejémonos de escusas y veamos qué alocadas rutas se me van ocurriendo estos días. La primera:


NAVAL - ALTO DEL PINO - LAS BELLOSTAS - SERRABLO - AÍNSA - NAVAL - BARBASTRO - NAVAL


Como ya he dicho antes con mayo han llegado las prisas por entrenar el fondo que no he entrenado el resto del año y me he lanzado a hacer menos días de bici pero de muchas más horas. La primera busca hacer un buen número de kilómetros y de subidas y ver de qué pasta estoy hecho este año. Partí de Naval rumbo al puerto del Serrablo, un clásico de la temporada que siempre subo al principio para hacer una ascensión larga pero no excesivamente dura. Esta vez fui por la vertiente más desconocida, por las Bellostas. Para llegar a esta vertiente hay que pasar por el alto del Pino a modo de calentamiento y unos metros antes del camping de Ligüerre desviarse por la carretera de La Mata, Jabierre, Olsón y Mondot. Esta carretera puede llegar a ser un suplicio en un día malo, sobre todo en este sentido. Son todo repechos durísimos con kilómetros enteros con dos cifras en el porcentaje. Por el contrario la carretera no está en mal estado, es de lo más tranquila y tiene buenas vistas. Después se cruza la carretera de Arcusa rumbo a las Bellostas. En este tramo la carretera alterna subidas con descansos. Las subidas son cada vez más duras hasta el punto que antes de las Bellsotas la carretera se pone momentáneamente al 18%. Llegados a este pueblo la cosa cambia, se siguen alternando los repechones duros con descansos pero lo peor de la ascensión ya ha pasado, de hecho ya estamos casi arriba, estamos a la altura de la antena del puerto del Serrablo. Después de coronar bajé por la vertiente de Boltaña rápidamente, donde me esperaba un buen pincho de tortilla. Llegados a este punto me puse en contacto con Héctor para ver si él bajaba desde Naval a Barbastro para encontrarse con los Tuercepedales, ante la respuesta afirmativa puse rumbo a Naval para bajar juntos a Barbastro y hacer los últimos kilómetros acompañado. Fue una muy buena decisión, al ir acompañado los últimos kilómetros los pasé mucho mejor que yendo solo, seguramente no habría hecho tantos kilómetros de haber ido solo.

Al final salieron 155 km, unos 2800 metros de desnivel y 7h 28' pedaleando. Más de lo debido para lo que he hecho este año, pero es lo que toca. La parte buena es que acabé sin problemas, el fondo está ahí.






Powered by Wikiloc



Carretera hacia las Bellostas
Camino de Sarsa de Surta



viernes, 20 de mayo de 2016

VUELTA A LA SIERRA DE GUARA POR CARRETERA

Allá por el mes de noviembre se empezaron a enumerar algunas posibles rutas a realizar en este 2016. Una de ellas era rodear la Sierra de Guara haciendo noche por el camino. Como en este caso contábamos con apoyo logístico en Sabiñánigo gracias al señor Abizanda, nos decidimos por dar la vuelta por carretera haciendo noche en Sabiñánigo, con el detalle de que al llegar allí ya tendríamos la ropa esperándonos y evitándonos así tener que llevar algún tipo de alforja o mochila.
Los preparativos fueron sencillos. Por una parte poner ropa de vestir en una mochila y dársela a Abizanda unos días antes para tenerla a nuestra llegada y por otra elegir la ruta de ida. Después de un poco de trabajo en www.cronoescalada.com (siempre inestimable la ayuda de este tipo de páginas web) nos decantamos por la ruta más corta, no fuera a ser que con nuestro estado físico nos llevásemos una sorpresa, sobre todo pensando en el segundo día, el más duro.
Una vez elegida la ruta y una vez solucionado el tema logístico, sólo nos quedaba esperar al fin de semana y que hiciese buen tiempo... ¿Buen tiempo? ¿Habiendo quedado Abizanda, Héctor y yo? ¡Jajaja! Viendo los antecedentes lo teníamos imposible y así fue:

Fiesta de Nacho en fin de semana + planes con la bicicleta = lluvia

Parece que esta fórmula es más efectiva que la danza de la lluvia de los indios.

Como nos había costado lo nuestro encajar las fechas y ya estaba todo organizado decidimos salir como estaba previsto, a pesar de las previsiones meteorológicas.

DÍA 1

Sábado 7 de Mayo, 8 horas y 00 minutos.


Aún con las legañas en los ojos me asomé a la terraza con la esperanza de que no fuera un mal día y de que se hubieran equivocado en las predicciones. Nada, mal día y cielo encapotado. Hubo hasta alguna duda sobre si finalmente salíamos o no, pero después de prepararlo todo ya no había marcha atrás, había que salir mientras no lloviera a cántaros y de momento no lo hacía. Además, siempre podían venir a buscarnos en un momento dado.

Después de un buen desayuno nos juntamos en el bar para echar al cuerpo un café caliente, que buena falta nos iba a hacer. El bar de Naval, como muchos bares de pueblo, es el sitio donde ponerte a charrar con el primero que aparezca y ponerte al día de los asuntos de interés, por lo que cuando aparece alguno disfrazado de ciclista las conversaciones sobre rutas, repechones y "tengo una bici colgada en casa a ver cuando la cojo..." están a la orden del día, y claro, nosotros, si vamos a hacer alguna machada contestamos todo ufanos que vamos a ir a tal o cual sitio. Pero esta vez no. Esta vez nos echamos el café rápido para evitar la pregunta de a dónde vamos, evitar tener que decir que íbamos a Sabiñánigo y evitarnos la respuesta de "¿con este tiempo? ¿estáis locos o qué?. En el fondo sabemos que algo de esto último hay.
Sin demorar más lo inevitable salimos de Naval Héctor y yo, el señor Abizanda saldrá a nuestro encuentro más adelante. Por suerte, aunque hace mal día, la temperatura no es mala del todo y subiendo el alto del Pino ya empezamos a sudar. Íbamos rumbo a lo desconocido, así que subimos despacito. Una vez arriba pudimos albergar algo más de esperanza de poder completar la ruta y es que desde la cima pudimos ver un cielo que seguía siendo gris pero no amenazaba tormenta. Había que ir paso a paso y el siguiente objetivo era llegar a Aínsa para comerse una napolitana. Rodar con ese ambiente húmedo, las nubes bajas y el suelo mojado también tenía su encanto, aunque esto era tratar de buscar algo positivo ante la constante amenaza de lluvia. Al final parece que el día aguanta y llegamos a Aínsa sin mojarnos. Llegar a Aínsa siempre me ha parecido bonito, o por ver su casco antiguo en lo alto, o porque es la puerta del Pirineo y a partir de ahí cambian el paisaje y las gentes, pero es que ahora es una gozada al ver los grupos y grupos de ciclistas que van a pedalear por sus caminos. Da igual el día de la semana que sea, da igual el día que haga, siempre están ahí dispuestos a buscar la aventura. Qué gran trabajo han hecho los chicos de Zona Zero, ¡enhorabuena chavales!. Nosotros dimos buena cuenta de unas napolitanas de chocolate y pusimos en conocimiento en nuestras casas de que íbamos a seguir con la ruta prevista ya que el tiempo aguantaba. El nuevo objetivo era llegar a Fiscal para encontrarnos con Abizanda y comer con mis padres todos juntos en un restaurante, que ya que no les íbamos a necesitar como coche de apoyo por lo menos se hacían la excursión igualmente.
De Aínsa a Fiscal hay 27 km muy asequibles, siempre picando hacia arriba pero sin grandes desniveles ni dificultades montañosas. Es todo un placer pedalear por allí, siempre siguiendo el cauce del río Ara, que en esta época del año baja con toda su fuerza y viendo ganar altitud a las montañas que flanquean el valle. Cuando faltaban un par de kilómetros para llegar a Fiscal nos encontramos con el tercer integrante de la excursión y anfitrión en Sabiñánigo, el señor Abizanda, el cual nos hizo apretar los dientes y nos llevó en volandas hasta el pueblo. Achacaré esto a que era la hora de comer y había hambre y no a que este hombre se está poniendo muy fuerte.
Lo que sucedió a la hora de comer en el Hostal Restaurante Rió Ara será recordado por los comensales durante mucho tiempo. Fue sin duda lo más duro de la jornada, pero es un terreno donde nos manejamos bien y para el que nos llevamos entrenando muchos muchos años. Mientras en las dos mesas que nos rodeaban comían a base de hamburguesas, nosotros hacíamos lo propio a base de judías pochas con codornices... y el nombre del plato cumplía lo que prometía, ahí estaban las codornices flotando en un cazuelo más grande que mi cabeza. Hubo primera ronda para cuatro comensales, segunda ronda y hasta tercera, y para completar semejante jolgorio de comida unas guindillas. Eso fue el primer plato, el segundo no se quedó a la zaga y nos deleitaron con unos buenos trallos de longaniza o de pollo relleno. Todo exquisito. Dudo que la OMS vea con buenos ojos el tener que pedalear después de semejante ingesta de comida, es más, dudo que apruebe una comida como la acaecida ese fin de semana, pero si encima le añadimos una arrancada de 2 ó 3 kilómetros al 8% el disparate es máximo. Pero nosotros somos unos profesionales y tiramos siempre pa'lante.
Nos quedaba el último tramo de la ruta, la subida más dura de todo el día y con la tripera bien llena, pero sabíamos que una vez arriba esto estaba hecho y sólo quedaba bajar hasta Sabiñánigo. Con todo el desarrollo metido y la paciencia por bandera comenzamos a subir el no-puerto de Petralba, no-puerto porque no está tipificado como tal y no sé por qué. En los primeros metros de ascensión nos despedimos de mis padres que nos habían acompañado desde Jánovas, una vez más bien por ellos. Como ahora éramos tres personas pudimos ir subiendo entre charrada y charrada para amenizar un poco la subida. Esta ascensión completamente nueva tiene dos túneles que me hacían dudar un poco acerca de la conveniencia de cruzar por ellos, pero por una vez parece que las cosas se han hecho muy bien. Tienen muy buen arcén, muy buena iluminación y el más largo avisa a los conductores cuando hay ciclistas dentro y obliga a reducir la velocidad a 60 km/h (sólo cuando hay ciclistas). Con menos sufrimiento del esperado coronamos la última dificultad para bajar hacia Sabiñánigo por lo que es una bajada muy rápida, tanto que me tuve que esforzar en poder seguir a los otros dos jabalines para no quedarme descolgado. Enseguida llegamos a destino.
El primer día ya estaba pedaleado y sin mojarnos. Por la tarde hubo descanso, Giro, cervezas, buena cena y buenas charradas, pero todo con un ojo puesto en las nubes del día siguiente.

DÍA 2

Domingo 8 de Mayo, 8 horas 00 minutos

Tras pasar una noche más bien mala de vueltas en la cama y levantarse a beber, es que no aprenderemos nunca, nos levantamos con el primer objetivo de ir a desayunar y ver qué tiempo hacía. A pesar de todos los pronósticos no estaba lloviendo aunque sí estaba el cielo encapotado. Tomamos la decisión de salir hasta donde pudiésemos. La verdad es que mucho tenía que haber estado lloviendo para no haber salido. Abizanda, que tenía otras obligaciones ese día y no nos podía acompañar, enseguida se ofreció como coche de apoyo por si la lluvia arreciaba. En ese sentido estábamos cubiertos. Con todos estos detalles resueltos tras unas tostadas un café con leche partimos rumbo al Somontano.
La mañana, aunque desapacible, no era fresca pero nos hacía mirar constantemente al puerto de Monrepós, donde se acumulaba una mayor cantidad de nubes. Los primeros kilómetros hasta la base del puerto son favorables y nos permitieron, primero constatar que los kilómetros del día anterior habían hecho mella, y segundo calentar por lo menos un poquito. La subida a Monrepós está ubicada en un entorno muy bonito, pero la carretera propiamente dicha es un verdadero castigo para los ciclistas. Con su anchura, con sus curvas enormes, con el tráfico, con las vistas que se quedan detrás tuyo para no poderlas apreciar y con la junta de dilatación dando por saco kilómetro tras kilómetro, hacen de esta subida un puerto desagradable de pedalear (queda para otra ocasión investigar su otra vertiente). Para mayor complicación nuestra el aire decidió acompañarnos durante toda la subida, así como una fina lluvia según ascendíamos. A mayor altitud mayor era el aire y el agua y aunque todavía no había para que ésta calase sí que te golpeaba en las mejillas resultando muy molesta. Con unas ganas de coronar tremendas llegamos arriba. En la cima ya hacía fresco y la lluvia era más abundante, por lo que seguimos rápidamente sin fotos ni florituras, con el día que hacía no había nada que ver. La bajada, por decirlo suavemente, fue bastante penosa entre el frío, el agua, la velocidad, los coches y la carretera mojada. El GPS registró 4 ºC en algún momento dado, fue el peaje por enfrentarnos al tiempo.
Paramos a recapacitar en el desvío de Nueno, punto donde nos teníamos que desviar para bordear Guara por toda una retahíla de pueblitos y carreteras alejados de toda civilización. Hubo unos primeros momentos de desasosiego, con ganas de dejarlo estar y llamar a casa para que nos viniesen a buscar, pero pensamos que lo mejor era seguir con la idea de que lo peor del frío lo habíamos dejado atrás, en el alto del puerto, y en que teníamos una oportunidad de completar la ruta.
Nada más dejar la carretera nacional nos adentramos en un terreno rompepiernas de carretera estrecha, esto, unido a la ausencia de coches nos elevó la moral. Poco a poco entramos en calor a base de fuertes repechos, los cuales se agradecían ya que la lluvia, aunque fina, no cesó en ningún momento. En el primer pueblo por el que pasamos, Sabayés, paramos a avituallarnos y trazar un plan de fuga, sólo por si acaso. En el caso de que se torciesen las cosas y no pudiésemos completar la ruta teníamos tres posibles desvíos por los que atajar para acabar un sitio donde nos pudiesen venir a buscar sin importunar demasiado. El primer punto donde poder abandonar era el cruce hacia Fornillos de Apiés, dejando la ruta prevista para ir a Huesca a esperar en un bar. El segundo punto de retirada estaba en el cruce de Loporzano, dejando la ruta para esperar en la gasolinera de Estrecho Quinto, la cual confiábamos en que tuviera un bar. Y el tercer punto era el cruce de Aguas, dejando la ruta para esperar en el bar de Angués. Y aún había alguno más, pero se trataba de saber que si se ponía a llover de verdad no estábamos perdidos. Con estas opciones y habiendo comido algo seguimos decididamente hacia Barbastro, porque una cosa ya era segura, el fin de ruta iba a estar en Barbastro sí o sí.
Las pedaladas transcurrieron por carreteras estrechas y sin apenas tráfico, por una zona completamente desconocida para nosotros. Pensaba que desde la nacional 240 hasta las faldas de Guara apenas había nada y cuánto de equivocado estaba. Cantidad de pequeños pueblos se descubrían ante nosotros cada pocos kilómetros, en cada uno dejábamos desvíos hacia más pueblos nunca oídos. También dejamos atrás el embalse de Montearagón, el cual me impresionó por su tamaño. Con la mente puesta ya en la comida pusimos todo el énfasis en llegar a comer al camping de Panzano, pero no fue nada fácil a causa del cansancio. Cada barranco y cada recta nos hacía desfallecer aún más. Los kilómetros del día anterior sumados al agua y al frío que habíamos pasado nos estaban lastrando más de la cuenta. La ruta, aunque muy bonita se nos estaba haciendo muy cuesta arriba.
Para llegar al camping a comer debíamos dejar atrás nuestra última salida hacia la civilización por si nos tenían que venir a buscar y teníamos que tomar la decisión de seguir para terminar el recorrido y eso hicimos. En realidad el hambre desmesurado tomó la decisión por nosotros. Durante la comida, que no fue para echar cohetes pero estaba caliente, nos pudimos secar un poco y mentalizar para lo que faltaba, llegados a ese punto ya no había otra opción que seguir adelante. Al salir del restaurante el día seguía con la misma lluvia fina que nos había acompañado durante todo el día... resignación y para adelante. Sobre el mismo límite del Parque Natural de la Sierra de Guara por el que transcurre a trozos la carretera fuimos acercándonos poco a poco hacia el Somontano. Pasamos por el salto de Bierge, por otra interminable y desmoralizante recta y por el matador repecho de Alberuela de la Liena, para, por fin, tomar un último respiro en Adahuesca. Tras avisar en casa de nuestras intenciones de acabar en Barbastro pusimos rumbo hacia la capital del Vero, pero como no podía ser de otra manera, con los últimos 15 kilómetros de aire en contra.

Al final va a resultar todo un acierto esto del cicloturismo. Espero que sea el comienzo de rutas mucho más largas.



Abizanda, Héctor y Nacho organizando la ruta unas semanas antes con el ritual de la danza de la lluvia
 Cielos grises durante toda la jornada



 Foto el día de volver. Este era el panorama al salir del restaurante

 Aínsa
 En nuestra salsa, como las codornices

 Momentos antes de partir de Sabiñánigo






Los pueblos por los que pasamos a partir de Nueno son:
Sabayés , Apiés , Fornillos de Apiés, Barluenga , Sasa del Abadiado, Loporzano, Bandaliés, Sipán, Los Molinos, Los Cretales, Coscullano, Aguas, Panzano, Yaso, Morrano, Bierge, Alberuela de la Liena, Adahuesca. ¿Cómo te quedas?

domingo, 8 de mayo de 2016

COL DE LA FORCLAZ

¡Nueva excursión a los Alpes!. Aprovechando que Patri y yo íbamos a ver a mi hermana a Chamonix no podía dejar pasar la oportunidad de pedalear un rato por esas montañas.
Dejamos prácticamente todo para el último momento por culpa de la meteorología y por la muy posible lluvia, pero al final pudimos alquilar aquí  un par de buenas bicis por un precio razonable. Por suerte en abril es temporada baja en Chamonix y el ciclismo en primavera no atrae tanta gente como el esquí en invierno, no es ni comparable. Queda pendiente una dura excursión por esos caminos empinados con una fat bike. 
Salimos en coche de Chamonix Patri, Inés y yo hacia la localidad suiza de Finhaut, cercana a la frontera francesa, para subir el puerto que pasa por este pueblo hasta la presa de Émosson por motivo de la llegada del Tour de Francia en Julio. Nuestra sorpresa fue, aunque sabíamos que era muy posible, que la nieve nos impedía el paso con el coche nada más pasar el pueblo, apenas comenzada la subida. Podíamos esperar algo de nieve, pero no semejante cantidad, no nos podíamos imaginar la de nieve que aún debía quedar a los casi 2000 metros de altitud en los que se encuentra la presa. Ante esta situación tuvimos que buscar una alternativa a nuestra excursión. Como el puerto más cercano en ese momento era el col de la Forclaz y el Tour pasa por allí en la misma etapa encadenándolos, pusimos rumbo a Martigny para subirlo por esa vertiente.
Mi hermana y yo subimos en bici y Patri, todo paciencia ese día, se tomaría un café (pagado en euros y con devolución en francos) y nos esperaría arriba. La subida comienza flanqueada a ambos lados por unas empinadas viñas. Yo nunca había visto unas viñas en esa situación, están en un terreno muy empinado. Al bajar con el coche nos preguntábamos cómo demonios cogían las uvas allí y la solución la vimos al subir con la bici. Se admiten apuestas.
Una vez superada esta parte del puerto nos adentramos, quizás, en la parte más pestosa. Es un puerto que apenas tiene descansos pero sí bastante tráfico y un muro a la derecha durante muchos kilómetros sin apenas arcén. No fue un día caluroso pero entre el sol y el muro nos tostamos pero bien. Me gustará verlos en agosto.
La última parte de la ascensión es quizás la más chula, en ella hay alguna curva más que en las anteriores pero sobre todo se mejoran las vistas del valle de Martigny con el río Ródano al frente y la ascensión a la estación de Verbier a la derecha, en otro valle. Parece que estés volando sobre una postal.
Y con una buena sudada llegamos arriba donde nos estaba esperando Patri. Comimos muy a gusto sentados al sol y de postre nos registró la policía fronteriza, chim pum.

 Altimetría de Finhaut-Émosson
 Encadenado de Forclaz y Finhaut-Émosson ya subido en competición
 Carretera de subida a Émosson a 14 de abril
 Las viñas de la Forclaz
 Martigny

 Y la solución al terreno empinado...
 ...¡un monorraíl!

 Martigny a la izquierda, Verbier a la derecha



 La cima


Y ya que no puede hacer las fotos yo mismo os pido que perdáis un minuto viendo el variado de imágenes de Google de la presa de Émosson. Debe ser un sitio precioso.

viernes, 6 de mayo de 2016

SALIDAS DE PRIMAVERA

No voy a negar que la pereza en ocasiones se apodera de este blog, pero realmente no tengo mucho tiempo para ponerme a escribir y cuando lo tengo la cabeza no está para florituras. En realidad es una simple cuestión de prioridades, y ahora tengo otras cosas en marcha.
Que no escriba sobre ello no significa que no esté saliendo en bici o haciendo rutas, realmente está siendo una primavera muy entretenida por la variedad de las salidas, con descubrimientos de recorridos nuevos por Naval incluidos que pueden dar para un nuevo proyecto.
Vamos a ver algunas de estas salidas primaverales.



RIGLOS



Esta fue la primera ruta fuera del pueblo y elegimos un destino de primer nivel, nada más y nada menos que el pueblo de Riglos y su bonito entorno. En esta ocasión, la ruta, muy bien narrada por el tuercepedales Abizanda, no representaba un problema en sí misma ni por la distancia ni por el desnivel, pero sí lo representaba en cuanto a la climatología adversa. Para los tres cabezudos que fuimos, Abizanda, Héctor y yo, no resultó ningún problema, pero porque tuvimos la suerte de cara y no llegó a llover de verdad hasta el último momento, con el añadido de que nos pudimos dar una buena ducha al acabar. Que ni pintado oye.

Esta vuelta circular comienza en Riglos por las faldas de la sierra. Los primeros kilómetros de pista nos hicieron pasar por Linás de Marcuello. Algún que otro tramo bien embarrado nos hizo agradecer la salida a la carretera pasado el pueblo. El tiempo no mejoró en absoluto durante toda la mañana, y las bicis sufrieron de lo lindo. En mitad de una recta cogimos de nuevo una pista que nos llevó a Santa Engracia de Loarre y posteriormente a Loarre, punto donde empezarían las dificultades serias. Nada más salir del pueblo una rampa asesina nos hizo olvidar el agua, el frío y cualquier otra cosa. Chino chano después de ese sofoco fuimos subiendo hasta el castillo de Loarre, no podíamos dejar la oportunidad de verlo estando tan cerquita. Para nuestra sorpresa descubrimos que han montado una tienda de regalos y un bar. Fue como caído del cielo, justo cuando más frío hacía nos apareció como un oasis.
Después del café, del chocolate y del descanso salimos de nuevo al frío y al viento para volver hacia Riglos por la parte alta de la sierra, y fue a partir de aquí donde más disfrutamos con diferencia. A esa altitud todavía quedaban los restos de una buena nevada y unido a la fina lluvia que estaba cayendo el camino se convirtió en una constante de nieve, barro y agua. Todo diversión. Fuimos haciendo camino hasta hacer una parada en la Ermita de la Virgen de Marcuello para admirar las impresionantes vistas, pero el intenso aire helador nos sacó de allí. Como el tiempo se estaba poniendo peor dejamos la visita a la buitrera para otra ocasión. En ese momento nos aguardaba un bonito descenso por sendero entre las rocas hasta Riglos. Fue llegar y empezar a diluviar.











Gracias al fotógrafo Héctor que fue el único que se atrevió a sacar el móvil tantas veces.




BARRANCO LUMOS



Con este nuevo afán de descubrir caminos nuevos que me ha entrado, me he lanzado a la conquista de los senderos de la zona.
Resulta que el camino que sale del mirador de Campo Royo tiene continuación hasta el alto de San Caprasio, cosa que yo desconocía, y tuve que ir a explorar in situ. Una vez allí había que completar la ruta volviendo por Colungo para no repetir, pero aunque eran de bajada resultaban muchos kilómetros por carretera. La solución estuvo en bajar por el sendero que va por encima del barranco Lumos hasta el fondo del mismo barranco y que enlaza con el camino que va a Asque desde Alquezar (el de más al norte). El resultado de la ruta fue un camino nuevo descubierto, un descenso de sendero muy bonito por la loma de una roca gigante y una buena paliza para las piernas. El único pero es que los últimos 20 minutos del sendero tienes que echar la bici al hombro, pero sarna con gusto no pica.

 Mirador de Campo Royo
 Descenso hacia San Caprasio


 La ruedas de Lo Tractor
 Pinar llegando a San Caprasio





 Comienzo del sendero
 Éstas estaban recién lavadas
El Barranco Lumos en lo más hondo. La senda a la derecha en lo más alto

 El sendero va continuamente cresteando





 Unión del sendero, del barranco Lumos y del camino que va a Asque


 Esta es la parte final del sendero
Puente del Diablo entre Asque y Colungo







VUELTA AL TOZAL DE ASBA Y SEVIL

Primera paliza seria del año y ruta importante para mí. A algunos lectores de este blog les sonará esta bonita ruta comentada anteriormente por estos lares, y es que en las dos ocasiones que la había intentado realizar anteriormente no la pude completar aquejado de calambres y exhausto. Esta ruta me había derrotado totalmente en dos ocasiones.
En esta ocasión no podía fallar: me encontraba bien, llevaba más kilómetros que en las dos ocasiones anteriores, había parada programada para comer en Alquézar y además iba muy bien acompañado por Héctor y Jordi.
Comenzamos la vuelta con todas las precauciones, yo sabía que se nos podía hacer larga y además Jordi, experimentado rutista tanto a pie como en velocípedo, tenía sus dudas fundadas acerca de nuestras posibilidades. La primera dificultad se encontraba ya a escasos kilómetros de naval con la subida a Suelves, con una primera rampa muy empinada para calentarnos rápidamente. Una vez en Suelves breve descanso para afrontar la subida hasta Campo Royo, la típica subida que va incrementando su porcentaje a medida que subes, llegando a lo absurdo en el final. Podría decir que hicimos la subida chino chano y reservando, pero es que no hay otra manera de subir que no sea despacio. Cercanos a los 1000 metros de altitud comenzamos el descenso hacia Bárcabo. Hasta aquí, a día de hoy se disfruta de una pista en excelente estado, otro punto a nuestro favor para completar la ruta, ya que anteriormente era todo lo contrario.
En Bárcabo giramos a la izquierda para ir por carretera escasos metros para coger enseguida un desvío a nuestra derecha marcado por los chicos de la Zona Zero de Aínsa. Sendero que estaba repasado y reseñalizado estupendamente. Este tramo de sendero nos dejó en el río Vero, punto más bajo de la ascensión al temido tozal de Asba y cerca de la carretera de Lecina y Betorz. En ese momento hasta el tozal nos quedaban 740 m de desnivel ininterrumpidos.
Aproximadamente, cuando llevábamos dos horas de excursión pasábamos por Lecina, por lo que aprovechamos su tranquila y rústica plaza para comer y beber algo y así partir la subida en dos. Jordi nos acompañó hasta este punto, ya que tenía que estar en casa para comer, por lo que nos dejó solos a Héctor y a mí ante el peligro. Pero  no pasaba nada, estábamos fuertes. ¿Nada? ¿Héctor y yo solos? ¿Pensábamos que estábamos fuertes?, esto no podía acabar bien de ninguna manera... y así fue. Lejos de reservar energías y subir por carretera nos faltó tiempo para meternos por el sendero que sube hasta Betorz. Divertido a más no poder, pero lleno de piedras enormes y casi siempre ascendente, nos costó un buen sofoco hasta fuente Paúles, punto donde lo más prudente fue coger la carretera hasta Betorz. En Betorz nueva parada para coger aire y mentalizarnos para lo que nos quedaba: la subida a Asba, que se puede resumir en rampas infernales y pista de piedras. Saquen ustedes mismos las conclusiones. Nos costó unos buenos sofocos y juramentos subir.
Todo el sufrimiento de la subida se te olvida al llegar arriba, de repente el paisaje cambia absolutamente, tienes una buenas vistas y te puedes tumbar tan ricamente en el prado. Y eso hicimos, reponer fuerzas de nuevo ya que esta subida pasa factura sea cual sea la ruta y hay que cuidar la alimentación.
Desde este punto hasta el mesón de Sevil hay unos 11 kilómetros de toboganes tan duros como bellos. La dificultad viene tanto por los numerosos repechos como por la pista de piedras que te va machacando continuamente, y la belleza la dan las imponentes vistas del barranco del Balcez y sus cortadas. Las paradas para admirar las vistas son obligatorias. Una vez en el mesón de Sevil comenzó el descenso, por fin, hasta Alquézar, donde paramos a comer en una terraza de un restaurante cual turistas.
Con la panza bien llena y las piernas resentidas y frías comenzamos de nuevo la ruta. Estábamos cansados pero enteros, aunque yo no podía dejar de desconfiar en mis fuerzas. Desde la rotonda de entrada al pueblo descendimos por una fuerte pendiente hasta el río Vero, punto desde donde empieza uno de los senderos que va hasta Asque. Al comienzo hay que superar el barranco con su correspondiente desnivel con el consiguiente porteo de bicicleta, incluso hay tramos de escaleras talladas en roca. Pero a diferencia de lo que pueda parecer no es mucha distancia y en nada nos pusimos a pedalear de nuevo hasta Asque. De Asque a Colungo también fuimos por senda pasando por el Puente del Diablo siguiendo el mismo esquema: bajada rápida y subida con porteo de bici, pero durante poco rato.
En Colungo las piernas ya protestaban, pero llegados a ese punto sólo existía la opción de seguir, de hecho nunca hubo otra opción ya que, aunque cansados, estuvimos bastante bien durante todo el día. Durante la subida a la sierra que parte Naval y Colungo tuvimos el típico rato de "¿nos hemos vuelto locos ya?", y es que hay un tramo de 3 kilómetros duros, sin descanso y sin ninguna referencia de ningún tipo que hace que estés deseando acabar, pero supimos tirar de oficio y coronar con la máxima dignidad posible. Y como llegamos arriba cansados pero no muertos no pudimos más que continuar hacia arriba hasta el alto de Salinas para rematar la jornada, volviendo por dicho pueblo y bajando por Santa Quiteria para redondear los kilómetros.
Al salir de la ducha ya estaba lloviendo. Nos salió todo a pedir de boca.


Y así ha sido narrada la épica gesta de estos dos caballeros andantes que un día derrotaron al Gigante de Asba y a sus propios desvaríos.

 Pueblo de Betorz, última frontera de la civilización
 El Prado de Asba, ideal para lo que veis
 Vistas del Pirineo al fondo y Sarsa de Surta abajo

 Por ese pinar desciende el sendero a Sarsa de Surta, a día de hoy impracticable por los pinos caídos

 Mirando el barranco de Balcez
 Si hay que apartarse del camino para mirar las vistas vale, pero el navalés se lleva la bici

 Pendiente: de locura. Piedras: de locura



 Después de lo vivido parece una broma
 Coronando el tozal de Asba
 Puente sobre el río Vero en Alquézar