viernes, 6 de mayo de 2016

SALIDAS DE PRIMAVERA

No voy a negar que la pereza en ocasiones se apodera de este blog, pero realmente no tengo mucho tiempo para ponerme a escribir y cuando lo tengo la cabeza no está para florituras. En realidad es una simple cuestión de prioridades, y ahora tengo otras cosas en marcha.
Que no escriba sobre ello no significa que no esté saliendo en bici o haciendo rutas, realmente está siendo una primavera muy entretenida por la variedad de las salidas, con descubrimientos de recorridos nuevos por Naval incluidos que pueden dar para un nuevo proyecto.
Vamos a ver algunas de estas salidas primaverales.



RIGLOS



Esta fue la primera ruta fuera del pueblo y elegimos un destino de primer nivel, nada más y nada menos que el pueblo de Riglos y su bonito entorno. En esta ocasión, la ruta, muy bien narrada por el tuercepedales Abizanda, no representaba un problema en sí misma ni por la distancia ni por el desnivel, pero sí lo representaba en cuanto a la climatología adversa. Para los tres cabezudos que fuimos, Abizanda, Héctor y yo, no resultó ningún problema, pero porque tuvimos la suerte de cara y no llegó a llover de verdad hasta el último momento, con el añadido de que nos pudimos dar una buena ducha al acabar. Que ni pintado oye.

Esta vuelta circular comienza en Riglos por las faldas de la sierra. Los primeros kilómetros de pista nos hicieron pasar por Linás de Marcuello. Algún que otro tramo bien embarrado nos hizo agradecer la salida a la carretera pasado el pueblo. El tiempo no mejoró en absoluto durante toda la mañana, y las bicis sufrieron de lo lindo. En mitad de una recta cogimos de nuevo una pista que nos llevó a Santa Engracia de Loarre y posteriormente a Loarre, punto donde empezarían las dificultades serias. Nada más salir del pueblo una rampa asesina nos hizo olvidar el agua, el frío y cualquier otra cosa. Chino chano después de ese sofoco fuimos subiendo hasta el castillo de Loarre, no podíamos dejar la oportunidad de verlo estando tan cerquita. Para nuestra sorpresa descubrimos que han montado una tienda de regalos y un bar. Fue como caído del cielo, justo cuando más frío hacía nos apareció como un oasis.
Después del café, del chocolate y del descanso salimos de nuevo al frío y al viento para volver hacia Riglos por la parte alta de la sierra, y fue a partir de aquí donde más disfrutamos con diferencia. A esa altitud todavía quedaban los restos de una buena nevada y unido a la fina lluvia que estaba cayendo el camino se convirtió en una constante de nieve, barro y agua. Todo diversión. Fuimos haciendo camino hasta hacer una parada en la Ermita de la Virgen de Marcuello para admirar las impresionantes vistas, pero el intenso aire helador nos sacó de allí. Como el tiempo se estaba poniendo peor dejamos la visita a la buitrera para otra ocasión. En ese momento nos aguardaba un bonito descenso por sendero entre las rocas hasta Riglos. Fue llegar y empezar a diluviar.











Gracias al fotógrafo Héctor que fue el único que se atrevió a sacar el móvil tantas veces.




BARRANCO LUMOS



Con este nuevo afán de descubrir caminos nuevos que me ha entrado, me he lanzado a la conquista de los senderos de la zona.
Resulta que el camino que sale del mirador de Campo Royo tiene continuación hasta el alto de San Caprasio, cosa que yo desconocía, y tuve que ir a explorar in situ. Una vez allí había que completar la ruta volviendo por Colungo para no repetir, pero aunque eran de bajada resultaban muchos kilómetros por carretera. La solución estuvo en bajar por el sendero que va por encima del barranco Lumos hasta el fondo del mismo barranco y que enlaza con el camino que va a Asque desde Alquezar (el de más al norte). El resultado de la ruta fue un camino nuevo descubierto, un descenso de sendero muy bonito por la loma de una roca gigante y una buena paliza para las piernas. El único pero es que los últimos 20 minutos del sendero tienes que echar la bici al hombro, pero sarna con gusto no pica.

 Mirador de Campo Royo
 Descenso hacia San Caprasio


 La ruedas de Lo Tractor
 Pinar llegando a San Caprasio





 Comienzo del sendero
 Éstas estaban recién lavadas
El Barranco Lumos en lo más hondo. La senda a la derecha en lo más alto

 El sendero va continuamente cresteando





 Unión del sendero, del barranco Lumos y del camino que va a Asque


 Esta es la parte final del sendero
Puente del Diablo entre Asque y Colungo







VUELTA AL TOZAL DE ASBA Y SEVIL

Primera paliza seria del año y ruta importante para mí. A algunos lectores de este blog les sonará esta bonita ruta comentada anteriormente por estos lares, y es que en las dos ocasiones que la había intentado realizar anteriormente no la pude completar aquejado de calambres y exhausto. Esta ruta me había derrotado totalmente en dos ocasiones.
En esta ocasión no podía fallar: me encontraba bien, llevaba más kilómetros que en las dos ocasiones anteriores, había parada programada para comer en Alquézar y además iba muy bien acompañado por Héctor y Jordi.
Comenzamos la vuelta con todas las precauciones, yo sabía que se nos podía hacer larga y además Jordi, experimentado rutista tanto a pie como en velocípedo, tenía sus dudas fundadas acerca de nuestras posibilidades. La primera dificultad se encontraba ya a escasos kilómetros de naval con la subida a Suelves, con una primera rampa muy empinada para calentarnos rápidamente. Una vez en Suelves breve descanso para afrontar la subida hasta Campo Royo, la típica subida que va incrementando su porcentaje a medida que subes, llegando a lo absurdo en el final. Podría decir que hicimos la subida chino chano y reservando, pero es que no hay otra manera de subir que no sea despacio. Cercanos a los 1000 metros de altitud comenzamos el descenso hacia Bárcabo. Hasta aquí, a día de hoy se disfruta de una pista en excelente estado, otro punto a nuestro favor para completar la ruta, ya que anteriormente era todo lo contrario.
En Bárcabo giramos a la izquierda para ir por carretera escasos metros para coger enseguida un desvío a nuestra derecha marcado por los chicos de la Zona Zero de Aínsa. Sendero que estaba repasado y reseñalizado estupendamente. Este tramo de sendero nos dejó en el río Vero, punto más bajo de la ascensión al temido tozal de Asba y cerca de la carretera de Lecina y Betorz. En ese momento hasta el tozal nos quedaban 740 m de desnivel ininterrumpidos.
Aproximadamente, cuando llevábamos dos horas de excursión pasábamos por Lecina, por lo que aprovechamos su tranquila y rústica plaza para comer y beber algo y así partir la subida en dos. Jordi nos acompañó hasta este punto, ya que tenía que estar en casa para comer, por lo que nos dejó solos a Héctor y a mí ante el peligro. Pero  no pasaba nada, estábamos fuertes. ¿Nada? ¿Héctor y yo solos? ¿Pensábamos que estábamos fuertes?, esto no podía acabar bien de ninguna manera... y así fue. Lejos de reservar energías y subir por carretera nos faltó tiempo para meternos por el sendero que sube hasta Betorz. Divertido a más no poder, pero lleno de piedras enormes y casi siempre ascendente, nos costó un buen sofoco hasta fuente Paúles, punto donde lo más prudente fue coger la carretera hasta Betorz. En Betorz nueva parada para coger aire y mentalizarnos para lo que nos quedaba: la subida a Asba, que se puede resumir en rampas infernales y pista de piedras. Saquen ustedes mismos las conclusiones. Nos costó unos buenos sofocos y juramentos subir.
Todo el sufrimiento de la subida se te olvida al llegar arriba, de repente el paisaje cambia absolutamente, tienes una buenas vistas y te puedes tumbar tan ricamente en el prado. Y eso hicimos, reponer fuerzas de nuevo ya que esta subida pasa factura sea cual sea la ruta y hay que cuidar la alimentación.
Desde este punto hasta el mesón de Sevil hay unos 11 kilómetros de toboganes tan duros como bellos. La dificultad viene tanto por los numerosos repechos como por la pista de piedras que te va machacando continuamente, y la belleza la dan las imponentes vistas del barranco del Balcez y sus cortadas. Las paradas para admirar las vistas son obligatorias. Una vez en el mesón de Sevil comenzó el descenso, por fin, hasta Alquézar, donde paramos a comer en una terraza de un restaurante cual turistas.
Con la panza bien llena y las piernas resentidas y frías comenzamos de nuevo la ruta. Estábamos cansados pero enteros, aunque yo no podía dejar de desconfiar en mis fuerzas. Desde la rotonda de entrada al pueblo descendimos por una fuerte pendiente hasta el río Vero, punto desde donde empieza uno de los senderos que va hasta Asque. Al comienzo hay que superar el barranco con su correspondiente desnivel con el consiguiente porteo de bicicleta, incluso hay tramos de escaleras talladas en roca. Pero a diferencia de lo que pueda parecer no es mucha distancia y en nada nos pusimos a pedalear de nuevo hasta Asque. De Asque a Colungo también fuimos por senda pasando por el Puente del Diablo siguiendo el mismo esquema: bajada rápida y subida con porteo de bici, pero durante poco rato.
En Colungo las piernas ya protestaban, pero llegados a ese punto sólo existía la opción de seguir, de hecho nunca hubo otra opción ya que, aunque cansados, estuvimos bastante bien durante todo el día. Durante la subida a la sierra que parte Naval y Colungo tuvimos el típico rato de "¿nos hemos vuelto locos ya?", y es que hay un tramo de 3 kilómetros duros, sin descanso y sin ninguna referencia de ningún tipo que hace que estés deseando acabar, pero supimos tirar de oficio y coronar con la máxima dignidad posible. Y como llegamos arriba cansados pero no muertos no pudimos más que continuar hacia arriba hasta el alto de Salinas para rematar la jornada, volviendo por dicho pueblo y bajando por Santa Quiteria para redondear los kilómetros.
Al salir de la ducha ya estaba lloviendo. Nos salió todo a pedir de boca.


Y así ha sido narrada la épica gesta de estos dos caballeros andantes que un día derrotaron al Gigante de Asba y a sus propios desvaríos.

 Pueblo de Betorz, última frontera de la civilización
 El Prado de Asba, ideal para lo que veis
 Vistas del Pirineo al fondo y Sarsa de Surta abajo

 Por ese pinar desciende el sendero a Sarsa de Surta, a día de hoy impracticable por los pinos caídos

 Mirando el barranco de Balcez
 Si hay que apartarse del camino para mirar las vistas vale, pero el navalés se lleva la bici

 Pendiente: de locura. Piedras: de locura



 Después de lo vivido parece una broma
 Coronando el tozal de Asba
 Puente sobre el río Vero en Alquézar








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