martes, 20 de mayo de 2014

SUBIDA A TELLA

Gran excursión la que hicimos el otro día con mi amigo Héctor, con desnivel, bonitos paisajes y buena comida incluida. Esperábamos echarle unas cuantas horas y vaya si lo conseguimos. Partiendo de Naval pusimos rumbo a uno de los puertos más auténticos del Pirineo por distancia, desnivel, ausencia total de descansos, curvas y bonito paisaje. Uno de esos rincones poco conocidos fuera del Sobrarbe que hace las delicias de los visitantes y hace retorcer a los pocos ciclistas que allí llegan. Aunque todo compensado por lo bonito del paisaje y de la carretera, a veces muy caprichosa. Sus números no son ninguna tontería: 675 m de desnivel en 8 km. Eso son 8'4% de desnivel medio.


Partimos, como siempre que vamos dirección a Francia, por el Alto del Pino. Esto quiere decir que de salida hacemos el primer puerto del día, rompemos a sudar, seguidamente nos congelamos en la bajada al ser a primera hora del día y una vez en Ligüerre tenemos que volver a calentar las piernas.
Pronto calentamos de nuevo, pues de Ligüerre a Aínsa sólo hay un kilómetro llano y está justo en la entrada de Aínsa. La carretera, atestada de turistas los viernes y domingos por la tarde, estaba totalmente tranquila un domingo por la mañana. Así que con total tranquilidad nos plantamos en Aínsa en 1h 40' después de 35 km, y siendo la hora que era, no podíamos hacer otra cosa que parar a tomar algo en la pastelería Joakyn, y muy recomendable hacerlo en la terraza, con la imponente vista de la Peña Montañesa. Una napolitana de chocolate y un café con leche es lo que nos hacía falta para llegar hasta Tella.


Los siguientes 17 km fueron los más llevaderos. Desde Aínsa hasta Hospital de Tella, donde se coge el desvío en el que comienza la subida a Tella, hay muy poquito desnivel, y aunque siempre picaba hacia arriba, nos íbamos distrayendo con el río Cinca, en todo momento pegado a la carretera.
Ya en el kilómetro 53 llegamos a Hospital de Tella, donde nos despojamos de toda la ropa posible para afrontar la subida más cómodos, pues el calor empezaba a apretar. Desde el comienzo se coge altura con rapidez y ya en la primera curva pudimos apreciar la carretera por la que habíamos venido abajo en el valle. En ese momento la subida cambió de dirección para afrontar la montaña mientras se sucedían las rampas que no bajaban del 8% y durante centenares de metros llegaban al 9% y al 10%. Ciertamente un comienzo exigente. Por suerte para los ciclistas la subida cuenta con abundantes sombras en todo el recorrido, si no aún sería peor. A la altura de Cortalaviña (946 m), poco antes de la mitad de la ascensión, se encuentra uno de los tramos más caprichosos que he visto en una carretera de montaña. Para salvar un desnivel no muy excesivo, emplearon una serie de curvas de herradura, lo curioso es que en apenas 400 m de distancia se suceden 6 curvas totalmente enlazadas. Es sin duda uno de los tramos más divertidos para hacer en bici. Parece más un tramo de Scalextric que de carretera.

Continuamos la subida, yo por mi parte con las fuerzas justas y Héctor unos metros más adelante y esperándome. A la altura del dolmen nos juntamos. Tella tenía que estar muy cerquita, pero aún faltaba un último kilómetro con una buena recta en cuesta incluida que se me agarró a las piernas, pero por fin llegamos a Tella. Llevábamos 61 km. Descanso y para abajo, ¡era hora de buscar un restaurante para comer!.
Después de luchar mucho contra el aire en la bajada, de hecho nos costó mucho bajar, nos paramos en Labuerda a comer, en el restaurante Carrera, y diría yo que el nivel de esfuerzo durante la comida fue similar al desarrollado durante la subida a Tella. Fideuá de primero, tostadas con paté, tostaditas con queso de rulo de cabra, dos cachetes de chorizo, dos de longaniza y embutidos varios para esperar el segundo y lomo, cordero, churrasco y patatas fritas de segundo, hicieron de este rato un verdadero puerto. Ya podéis imaginar cómo arrancamos hacia Aínsa. Tal era la fartera que tuvimos que parar de nuevo en Aínsa, esta vez en el Sánchez a echar el café y reposar.
La vuelta a Naval no tuvo ningún misterio, salvo por el dolor atroz de piernas al principio, la falta de sangre en otro sitio que no fuera el estómago y los continuos repechos que te daban siempre la puntilla.
En total hicimos 124'4 km en 6h 12' (9h 30' en total) y 2248 m de ascensión.
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6780548






5 comentarios:

  1. cocinera, masajista, chofera20 de mayo de 2014, 9:39

    Valientes!!!!

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  2. Q fuertes!!. Q paisajes. Muas

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  3. ¿Valientes, fuertes? No, ¡¡¡son unos cabrones!!! jejejeje!
    Esa comida en Labuerda hay que repetirla que cuando voy con vosotros a pedalear sólo se come de bocadillo!

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  4. Osti Nacho, menuda ruta turistico-deportivo-gastronómica.....para flipar...yo como eso y llamo para que me vengan a buscar en coche..jajaja

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    1. Pues hubo serias dudas respecto a eso último fer, jejej.

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