lunes, 20 de enero de 2014

RECORDANDO VIEJOS TIEMPOS

Con tanto deporte y tanto pensar en la bicicleta últimamente, me ha dado por recordar mis tres años en los que competí, lo bien que me lo pasé y lo duro que era, y en cómo era capaz de entrenar tanto y sacrificar tantas cosas. Mucho han cambiado las cosas desde entonces. Estrictamente en lo deportivo, me he olvidado por completo de la competición. Incluso después de dejar de correr tuve la bicicleta abandonada un largo periodo. Ahora es diferente, he recuperado el placer de salir por disfrutar, nunca lo paso mal. Sí se disparan las pulsaciones levanto el pie y voy más despacio, a veces, exageradamente despacio. Es otro ciclismo. De esta manera me siento capaz de abordar retos que antes no podía. Progreso muy despacio, pero deseo no dejar de hacerlo en muchos años. El ciclismo que practico hoy nada tiene que ver con el que practicaba hace ya más de diez años. Y eso quiero reflejar en esta entrada, quiero contaros, sin llegar a ser pesado, algunas cosas de las que recuerdo para que os hagáis una idea de cómo era ese mundillo. Algunas las recuerdo con mucho cariño, como todo ese periodo en general, y otras con menos, pues a veces, los sacrificios no recompensados se hacen duros. Espero que os guste, ya que será difícil plasmar en una entrada tantas vivencias.

 Siempre me había gustado el ciclismo, tanto practicarlo como verlo por televisión. Incluso me llegué a imaginar cómo sería vivir esa vida dando pedales, pero era muy crío y esos pensamientos no tenían mucha consistencia. Pasaron los días, yo ya tenía mi primera bici de carretera e iba realizando alguna cicloturista. Como la Marcha Cicloturista Sobrarbe del día 8 de octubre del 2000, la que, sin saberlo, cambiaría mi vida durante los tres años siguientes. Fue en esa marcha cuando me propusieron formar parte de un equipo y competir, y fue la primera vez que me lo planteé realmente en serio. Por supuesto, no sabía muy bien donde me metía. Puesto que Barbastro no tenía equipo cadete para competir, tuvimos que elegir, mis padres y yo, entre la P.C. Edelweiss y el C.C.Aragones. El primero de Sabiñánigo y el segundo de Zaragoza. Deportivamente hablando no había diferencia y, realmente, hasta que no se pertenece a un club, no sabes a ciencia cierta como funciona, así que ante el desconocimiento y las buenas referencias de los dos nos decantamos por el C.C.Aragones, ya que para ir a Zaragoza había mejor carretera. Una simple cuestión práctica. Era noviembre del año 2000 y pertenecía al equipo CAI de categoría cadete, tenía 15 años.
Hasta entonces, y a modo de curiosidad, mis kilometradas en años anteriores habían sido:
-705 km en 1997 con 12 años.
-1761 km en 1998 con 13 años.
-1820 km en 1999 con 14 años.
-1406 hasta octubre del año 2000.

 
CADETE DE SEGUNDO AÑO (2001):

 Comencé mi andadura en la pretemporada del año 2001, por lo que antes de coger la bicicleta nos esperaba una puesta a punto de un par de meses. Así que llegó el primer entrenamiento de verdad, la primera vez que vi a mis compañeros y a la postre amigos, la primera vez que vi un velódromo y la primera vez que sufrí de verdad con esto del deporte. Recuerdo sufrir mucho con los estiramientos, creo que era la primera vez que estiraba en serio. Recuerdo sufrir mucho con el test de Léger, ese invento demoníaco que consiste en correr de un punto a otro situado a 20 m de distancia y realizando un cambio de sentido al ritmo indicado por una señal sonora que va acelerándose progresivamente. Y recuerdo sufrir mucho en los 50 minutos de carrera continua por el Parque Grande, un pinar enorme con mucho desnivel. Al día siguiente, lunes, recuerdo tener serias dificultades para caminar, tenía unas agujetas devastadoras y una mezcla de orgullo por lo realizado y acojone por ver lo que se me venía encima, pero las ilusiones intactas. Se sucedieron 6 sesiones más y, sinceramente, lo recuerdo como lo más duro de toda la temporada.
Llegó enero y con él los entrenamientos en bicicleta, siempre más motivantes, aún teniendo que ir a Zaragoza los días 6 y 7 para entrenar. Ambos días hicimos 48 km. Los viajes a Zaragoza se iban sucediendo y los entrenamientos se intensificaban. Cada vez aprendíamos más: a rodar con relevos, a hacer abanicos... Eran días de madrugar, de mucho frío y de mucho aire. Algunas salidas 75 km.
Por fin en marzo empezaron las competiciones, el día 18 en Utebo ¡Mi primera carrera!. Era un circuito urbano de poca distancia y recuerdo subirme con la bicicleta ya en la primera curva a un montón de grava fuera de la calzada, "cómo se las gastan estos" pensé. Así que primera lección aprendida, ahí nadie regalaba nada, ni si quiera un hueco en la carretera. No terminé la carrera y ya desde ese momento intuí lo mucho que tenía que progresar para poder terminar las carreras, pero tenía la adrenalina a tope, ¡era ciclista!.
 


Reseña en el Diario del Altoaragón de la carrera de Sabiñánigo ¡Con foto incluída! A ver quien me encuentra

 Cada fin de semana teníamos competición y el último día de marzo realicé mi primera y única contrareloj llana. Un recorrido circular de 7'5 km en la General Motors de Figueruelas. La recuerdo con mucho cariño, quizás porque iba a ser una de las pocas carreras que podía realizar entera y también porque no lo hice nada mal. Mis números fueron: 7'5 km en 12' 31'' a una velocidad media de 36 km/h, a 1' 12'' del ganador, posición 16 de 41, todo un logro para mí (sinceramente, no creo que ahora fuera capaz de igualar ese tiempo). Viendo la media de 39'76 km/h del ganador sabía que mi lucha no estaba ahí. Una de las cosas que más recuerdo fue exprimirme al máximo en los últimos metros, llegar completamente exhausto y, al comprobar el pulsómetro, ver que había llegado a las 210 pulsaciones por minuto. Aquello no podía ser, así que tomé una determinación: no llevar pulsómetro en las carreras, ¿para qué?.




Crono de Figueruelas, a tope desde el principio

El calendario no paraba y algunas carreras resultaban tremendamente duras, como la de Ejea a Sos del Rey Católico perteneciente a la Challenge Bicicleta Aragonesa en la que hubo mucho aire y mucha subida. Según un recorte de periódico terminé en el puesto 17, después de vagar solo durante ratos, y me imagino que a un minutada del ganador. Hubo otra con final en Valdelinares, donde este año termina la Vuelta a España, y creo que el resultado fue similar a la carrera de Sos. También empezaron las carreras fuera de Aragón, convirtiendo las salidas a Navarra y Rioja en habituales. En ellas era más difícil destacar, pues había mucho más nivel y medios para los corredores. ¡Qué afición tienen allí!, no era raro que estuviésemos 100 corredores en el pelotón. Recuerdo los primeros "¡aúpa aúpa!" de la gente desde la cuneta. En cuanto a los resultados, lo de siempre, dejándome la piel para terminar algunas carreras y otras no. Ya en Agosto tuvo lugar una de las carreras más importantes que se celebran para cadetes a nivel nacional, La Vuelta al Bajo Aragón. Una de las pocas carreras por etapas existentes en esta categoría. La celebra desde hace 30 años el Club Ciclista Caspolino a primeros de agosto y supone una gran motivación para todos los ciclistas poder correrla. Se respiraba un ambiente muy profesional por cantidad de corredores, infraestructuras, kilometraje, premios, relevancia, etc. y consta de 4 etapas con bastante altitud acumulada, en este año incluyeron una cronoescalada. El ganador de la etapa se llevaba 8000 ptas. de la época y el ganador absoluto 25000. En total este año había 380000 ptas. en premios. Y entre sus ganadores están ilustres ciclistas como Fernando Escartín, Luis León Sánchez y su hermano León Sánchez Gil (fallecido) y José Joaquín Rojas Gil como ganador de las metas volantes. Yo por mi parte me descolgué en la primera etapa quedando fuera de carrera pero pudiendo acabar, igual que en las otras. Fueron tres días seguidos bajando de Naval a Caspe y vuelta a Naval. Creo que la cuarta etapa no la llegué a disputar, pues no tenía mucha pinta de mejorar lo de los días anteriores, pero cuánto me alegro de haberla corrido.




Vuelta al Bajo Aragón. Etapa 1.
 
Vuelta al Bajo Aragón. Etapa 2.
 



Vuelta al Bajo Aragón. Etapa 3.
 



Vuelta al Bajo Aragón. Etapa 4.

 El resto de la temporada siguió sin sobresaltos y llegados a octubre llegó la última carrera, esta vez en Calatayud y con 66 km de recorrido. Otra vez creo que me pegué una panzada de ir solo, pero esta vez lloviendo. Al llegar a meta celebré el final de esta carrera y el de la temporada levantando los brazos. No sé qué pensaría alguno de mí, ¡pero qué foto más chula quedó!. Al día siguiente, de postre, hice la Cronoescalada al Pueyo de Barbastro quedando segundo en mi categoría.
En esta categoría y en territorio aragonés fue donde más pude disfrutar de las carreras. No sé a qué era debido exactamente, pero dejaban llegar a los corredores a meta cuando se descolgaban del pelotón, aunque fuera entre el tráfico. Por eso este año fue el año que más carreras terminé. A partir de juveniles esto cambiaría drásticamente.
En total fueron unas 27 carreras, 9116 km en bicicleta (en julio, el mes con más kilómetros, 1486) y 13197 km en coche, dato este último muy importante, pues os podéis imaginar la cantidad de horas metidos en el coche y de madrugones para poder ir a las carreras. Ni que decir tiene las palizas que se dan los acompañantes - chóferes - cocineros - masajistas - médicos - psicólogos - fans incondicionales y lo sufridores que son, muchas veces para, ni si quiera, acabar una carrera. ¡Gracias familia!.
 
JUVENIL DE PRIMER AÑO (2002):
Con 17 años y la experiencia de un año de competición los entrenamientos invernales en Zaragoza no fueron tan impactantes, uno ya estaba acostumbrado al esfuerzo, y al sufrimiento, por qué no decirlo. Además, estrené bicicleta después de saquear a toda la familia, y eso también motiva.




Hoja del catálogo original y el precio

Pasar de cadetes a juveniles supuso un salto importante en cantidad, intensidad y dificultad, tanto de carreras como de entrenamientos. Lo mismo sucedió con los estudios, este año empecé el bachillerato y ya podéis imaginar lo complicado que fue compaginar las dos cosas. Tuve que dejar de lado muchísimas cosas. Pero merecía la pena. El salto cualitativo se vio ya en enero, hice 1350 km, con alguna salida en Zaragoza de más de 90 km, y a diferencia del año anterior, la mayoría de carreras iban a ser en Navarra y Rioja, iba a ser un año duro...
La temporada de carreras empezó el 3 de marzo en Estella, pero entre el frío, el nivel, la cantidad de gente y la locura de las salidas de este tipo de carreras, sólo aguanté 12 km en carrera. En efecto, se hacía patente que iba a ser un año duro, pero había tiempo para la progresión. Siempre recordaré el nivel que ya había en esta categoría. Sirva de ejemplo, y esto era lo habitual, una carrera que hubo en Beasain (Guipúzcoa) el 21 de septiembre en la que había 60 personas inscritas y sólo se clasificaron 36 corredores, con el último clasificado a tan sólo 7' 29'' del ganador, el cual hizo una media de 40'161 km/h. También recuerdo la infraestructura que nos preparaban. Era impactante ver hasta 20 motos de la Policía Foral de Navarra, las vallas y la pancarta de la línea de meta, la cantidad de gente animándote, y lo importante que te hacía sentir el ponerte tu equipación y el dorsal. Éramos el centro de atención, cortaban las calles a nuestro paso y la gente te animaba indistintamente de la posición o del equipo que fueras. Siempre he admirado mucho más al público de ciclismo que al público futbolero. Durante el resto del mes se disputó el Trofeo las 13 Villas, Otra carrera por etapas, una cada fin de semana, con un doble sector el último día, recorriendo la bonita zona de los Cameros de la Rioja. Mis resultados no fueron los esperados, realmente era incapaz de seguir el ritmo durante las salidas, había palos desde el mismo momento de salir y a base de arreones se hacían medias de 40 km/h. Eso, unido a que en muchas ocasiones eras eliminado nada más descolgarte del pelotón, sin posibilidad de poder hacer un grupo y seguir. Uno de los días hicimos 740 km de coche entre ir y venir.




Parte interior del tríptico informativo del Trofeo 13 Villas

Si algún fin de semana no había competición se aprovechaba para entrenar en grupo, siempre había cosas por mejorar. Algunos de estos entrenamientos pasaban de largo los 100 km. En Marzo fue el mes que más kilómetros hice, 1603. Sólo llevaba tres meses de temporada y ya sumaba 3944 km, y sin acabar las carreras, ¡Qué locura!.
Las carreras se sucedían, pero a diferencia del año anterior no conseguía acabarlas. Fue en Gallur, el 9 de junio, cuando acabé la única carrera sin estar descalificado. Dado que en lo físico no me podía exigir más, decidimos con mis padres cambiar de mentalidad y seguir disfrutando de ese mundo, del ciclismo, de la competición, de los amigos y de los pueblos que esta experiencia me estaba dejando.
Otra situación que se da en los ciclistas es la de ir con la bici allá donde va, y si la familia entera va de vacaciones, va con la bici a cuestas, en mi caso dos, la de mi padre y la mía. Así este año estuvimos por Madrigal de la Vera (Cáceres) subiendo el Piornal y el puerto de Honduras, y también por Salamanca y Ciudad Rodrigo. No todo iba a ser competición.
Con mayor pena que gloria en lo deportivo pero disfrutando al máximo en lo personal llegó el final de temporada con una carrera en Villava el 6 de octubre. Por fin podía disfrutar de un poco de tiempo libre y de los amigos. Bueno, lo poco que me dejaban los estudios. Al final hice 11226 km en bici con 25 carreras y 15959 km en coche.



 Gallur, todavía rodando en el pelotón

 
JUVENIL DE SEGUNDO AÑO (2003):

 Sin duda este sería el año más complicado por la compaginación de deportes y estudios. El año comenzó como los demás, con unas cuantas kilometradas con el equipo por Zaragoza y alrededores, Zuera, alto de Alcubierre, Belchite, y con los primeros sofocones, pero aún albergaba alguna esperanza de progresar.



Cada semana una hoja de entrenamientos.

La temporada de carreras empezó antes que otros años, el 23 de febrero en Villatuerta (Navarra), y como no, el frío y el mal tiempo marcaron el día, aunque yo seguí tan regular como el año pasado. El mes de marzo fue calcado al del año anterior, con carrera en Estella y el resto del mes disputando el Trofeo las 13 Villas en la Rioja. Parece que con el aumento de categoría cada vez íbamos más lejos a correr. En abril de este año fuimos dos veces a correr a Alsasua (Navarra), y a una de ellas vino la selección portuguesa junior. Eso le daba más nivel a la carrera y para muchos era una motivación extra, justo lo necesario para alguien de mis características (nótese la ironía). También en abril vino a Illueca un equipo ruso a competir con nosotros. Una especie de selección de Sputniks que ocuparon 7 de los 8 primeros puestos (se les coló uno de nuestro equipo) metiendo una minutada al resto de los mortales, sinceramente, no sé qué hacían allí, pobre de mí. Y como a los ciclistas nos pasa de todo, en una carrera por Navarra recuerdo terminar una carrera de la forma más inesperada posible. Estando aún en carrera vi a la Policía Foral cruzada en mitad de la carretera cortando el tráfico y desviándonos a la gasolinera de al lado, nos reagruparon y nos dijeron que la carrera se había acabado, había una amenaza de bomba y no podían garantizar la seguridad. Sencillamente acojonante.
Una vez confirmado que el 2003 tampoco sería el año de mi despegue llegó mayo, y con él el final de curso y la posterior Selectividad. Ante la falta de resultados estaba clara la prioridad de estudiar y decidí centrarme en los estudios, todo un lujo fue contar con esas dos o tres horas "extras" al día en las que no iba en bici. Aunque siempre iba bien alguna salida para desestresar. En total en mayo hice 364 km, incluido el campeonato de Aragón en Monzón porque caía cerca, en el que cuando me descolgué quise seguir por cabezonería hasta la llegada y tuve que detenerme finalmente a causa de los calambres. Ni vi el pódium ni nada, cuando llegué en el coche escoba ya estaban todos casi para marchar. Aún dudo si era un coche escoba o alguno de la redolada que se apiadó de mí y me acercó hasta Monzón. En junio, con la Selectividad, los entrenamientos fueron más por distracción que por obligación, aún así, y aunque fueran realmente pocos, hice 399 km.
Por fin pasaron los estresantes días de estudios y exámenes (con buenas notas, por cierto) y llegó julio, el mes que sería el punto de inflexión. Después de dos meses casi parado decidí ponerme las pilas, cumplir los entrenamientos a rajatabla y darlo todo en las carreras, pues en verano disponía de todo el tiempo para entrenar y descansar. La idea era ver si tenía alguna progresión y mejoraba en las carreras, por supuesto, sin olvidar de disfrutar. Cumplí con los entrenamientos y disputé cuatro carreras. En Mendigorría (Navarra) tengo apuntados 30 km en carrera. En Sabiñánigo 35. Al día siguiente, en Panticosa 66, finalizando la prueba, pero eliminado a las primeras de cambio. Y la última, en Bakaiko (Navarra), 40 km, haciendo 740 en coche entre ir y volver. Así que, con estas expectativas, sin ningún atisbo de progresión y después de haberme volcado con la bicicleta, decidí ponerle punto y final al mundo de la competición. Volverlo a intentar más adelante estaba descartado, pues el salto a la categoría élite sub-23 exige demasiado nivel y yo, a parte, iba a necesitar todo el tiempo del mundo en la universidad ese mismo año. A estas alturas la recompensa al esfuerzo invertido no compensaba, los viajes también empezaron a pesar, había dado todo lo que tenía y apenas había salido 4 o 6 fines de semana al año con mis amigos. Pude prolongar más ese "punto de inflexión" y seguir compitiendo en agosto, pero por primera vez pensaba que me iba a perder más cosas compitiendo de las que realmente me podía aportar la competición. Para nada esta decisión fue un fiasco o un fracaso, todos en casa sabíamos que habíamos hecho lo que habíamos podido y que nos lo habíamos pasado muy bien, y simplemente pasó lo más natural.
En total este año hice 14 carreras, 5686 km en bici y 8642 en coche.
Para que entendáis un poco más como funcionaba una carrera, me parece oportuno poneros esta sucesión de fotos de la carrera de Villatuerta, donde se ve gráficamente cual era mi pelea en las carreras. Éste era el punto de vista de mis padres, pues son ellos los fotógrafos.



 Se acerca la cabeza de carrera
 



Dos de los tres escapados son de nuestro equipo, pasan como cohetes




Se acerca el pelotón




Va agrupado, despacio, consiente la fuga




¡Un momento!, ¿Quién es esa figura solitaria?




¡Es Nacho partiéndose el pecho por enlazar con el grupo!

Apuntare a un equipo ciclista y competir ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Continuamente tengo algún recuerdo de aquella época, ¡y hace ya 11 años!. Dada la cantidad de entrenamientos y la intensidad de las carreras fue algo más que un pasatiempo, fue un estilo de vida que se me quedó grabado. Siempre pensé que teníamos rutinas de profesionales, con la diferencia del sueldo y las horas de estudio. Hice amigos, viajé por Aragón, Navarra y la Rioja, aprendí para siempre lo que es el saber organizarte en la vida, el esfuerzo, el sacrificio, el sufrir encima de la bici, a encajar derrotas y lo que significa ser ciclista. Se podría decir que fue una preparación para la vida misma. Fue algo muy bonito, que por supuesto no podría haber hecho sin mi familia.

8 comentarios:

  1. ohhhhh. snif cariñoso. q talento y responsabilidad

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  2. la cocinera, la masajista, chofera20 de enero de 2014, 10:28

    Ese es mi niño. Siempre sabiendo estar.¡que bien lo pasamos!

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  3. Como ha habido problemas técnicos y el comentario que te dejé ayer se ha borrado gracias a la "maravillosa" aplicación de Blogspot te lo vuelvo a poner para que quedé constancia.
    ¡¡Gran entrada!! y me quedo con el último párrafo ya que todas esas kilometradas no fueron en vano. Bonita preparación para la vida.

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  4. Gracias. Qué majos sois!. Y si, la aplicacion de blogger es un verdadero truño. No os la i staleis.

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  5. Muy buen post, me ha enganchado como si fuera una novela, pero todavia sin final no?

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  6. El fan namber uan. Tu papi.23 de enero de 2014, 11:09

    ¡Buenos tiempos aquellos!
    Cualquier día repetimos los recorridos sin tantas prisas.

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  7. Muy bueno Nacho, me he sentido completamente identificado, yo viví lo mismo pero unos pocos años antes, en el mismo equipo también. Que grandes momentos y que grandes recuerdos. En mi caso fui dejando de competir pero nunca he dejado de salir en bici.

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    1. Me alegro que te haya gustado tragacierzo,yo ahora soy todo lo contrario a competir, pero sigo haciendo muchos kilómetros.

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